Carla Ollero es una jugadora de 18 años del club de baloncesto Miralvalle en Extremadura.
En el último partido que pudo jugar antes del comienzo del confinamiento, su rodilla cedió en mitad de un contraataque provocándole una rotura del ligamento cruzado. Poco después, se operó en la clínica CEMTRO en Madrid con el doctor Borja Ruiz.
Desde el primer momento en que llegué, me atendieron súper bien. Estuve allí en la sala antes de entrar a la operación y me preguntaron si estaba bien, estuvieron tranquilizándome porque yo me puse muy nerviosa, era mi primera operación. La verdad es que todo fue muy bien. Ya luego cuando estaba operada, Borja y todo su equipo vinieron a verme.
Lesión del ligamento cruzado. ¿En qué consiste?
El ligamento cruzado se encuentra en el interior de la articulación de la rodilla y se extiende en sentido oblicuo entre el fémur y la tibia. Se trata de un conjunto de fibras que se encargan tanto de conectar ambos huesos como de dar estabilidad a la rodilla.
La lesión de ligamento cruzado es una de las más comunes entre los atletas, especialmente en mujeres y consiste en un desgarro o esguince del ligamento. Suele darse en deportes que requieren movimientos bruscos de cambio dirección, como el baloncesto, fútbol y fútbol americano, aunque también en tenis y esquí. Estas lesiones se clasifican como esguinces y se ordenan en varios rangos de gravedad:
- Esguinces grado 1: el ligamento está ligeramente dañado, pero aún es posible mantener la estabilidad de la articulación de la rodilla.
- Esguinces grado 2 o desgarro parcial: el ligamento se ha estirado hasta el punto en que se afloja.
- Esguinces grado 3 o desgarro completo: el ligamento cede y se divide en dos. La mayor parte de las lesiones de ligamento cruzado son completas o casi completas.
Las causas más frecuentes para que llegue a provocarse esta lesión son, como se comentaba previamente, los cambios bruscos en la dirección de la rodilla, pero también se puede dar por una mala caída al apoyar la pierna, al desacelerar de forma repentina o por un golpe o colisión directa. Tener un escaso acondicionamiento o patrones de movimiento incorrectos y usar materiales o equipos en mal estado, son otros factores de riesgo.
Las personas con una lesión del ligamento cruzado tienen más posibilidades de desarrollar ostreoartritis. Para esto, son determinantes varios factores, como la gravedad de la lesión, el comportamiento individual posterior al tratamiento o la presencia de otras lesiones.
Lesión del ligamento cruzado. Diagnóstico.
Lo más frecuente al lesionarse el ligamento cruzado es sentir cómo la rodilla cede acompañada de un crujido y dolor, con una posterior inflamación de esta. Es importante no volver a hacer deporte si estos primeros síntomas se han detectado, ya que si se hace es muy probable que se extiendan los daños y se agrave la situación.
Una vez pasada el primer hinchazón, es muy posible que se pueda caminar, pero no sin notar dificultades para ello. Otro síntoma es la inestabilidad, que ocasiona la imposibilidad de aguantar el peso y la consecuente pérdida de equilibrio.
“La rodilla es muy importante para correr y para los cambios de dirección”. Es fundamental comunicar los síntomas a un profesional y hacer las pruebas médicas necesarias para detectarlo. Para ello, se comparará la rodilla lesionada con la otra no lesionada y se presionará y moverá la pierna, aunque también es posible que se realice una radiografía o una resonancia magnética para confirmar el diagnóstico.
Lesión del ligamento cruzado. Tratamiento.
El tratamiento para la lesión del ligamento cruzado se decide en función del diagnóstico previo y de la gravedad de este, aunque también según las necesidades y perfil de cada paciente.
Justo después de realizar la lesión debe ponerse la rodilla en descanso con hielo para bajar la inflamación. También se utilizará una venda elástica para realizar compresión y debe elevarse la pierna. Se tratará con medicamentos sin receta como paracetamol o ibuprofeno.
Después del diagnóstico, si la lesión no es grave y el paciente no tiene un nivel de actividad muy alto, se suele optar por tratamientos que no impliquen pasar por cirugía:
- Refuerzo mediante aparatos ortopédicos para proteger la rodilla, aunque también es posible que el médico dé unas muletas para evitar cargar peso sobre esta.
- Fisioterapia, ejercicios para recuperar la fuerza y movilidad en la rodilla y los músculos de la pierna.
Cuando son lesiones más graves, o en caso de tratarse de un deportista profesional o de una persona joven y activa, se recomienda preferiblemente la cirugía. De esta forma, se podrá obtener a la larga una recuperación total de la lesión para poder volver a alcanzar el nivel de exigencia previo a esta.
- Reconstrucción del ligamento: la mayoría de las veces no es posible suturar el ligamento, por lo que se opta por reconstruirlo. Para esto, se reemplaza el ligamento por un injerto de tejido que se obtiene a menudo del tendón rotuliano, de los tendones isquiotibiales, de un tendón del cuádriceps o, en otros casos, se utiliza un injerto de cadáver. Esta elección depende de las características de cada caso. En este injerto crecerá un ligamento nuevo.
- Procedimiento: la cirugía de reparación del ligamento, en los casos en que se pueda realizar, es una artroscopía y es mucho menos invasiva. Se lleva a cabo con cámara y mediante pequeñas incisiones.
La recuperación de la cirugía puede llevar entre 6 meses y un año e irá seguida de un programa pensado para proteger y fortalecer el nuevo ligamento. Cualquier tipo de tratamiento será largo, por lo que conviene tener paciencia y seguir todas las recomendaciones de los profesionales.
Fue un proceso largo y duro, aunque también hubo muchos momentos alegres viendo la evolución durante la rehabilitación. Tardé 9 meses en entrar a la pista otra vez, y luego tuve que volver a adaptarme a los ritmos de partido y alcanzar el mismo nivel al que estaba antes de la lesión.
Lesión del ligamento cruzado. Prevención.
Para reducir el riesgo de sufrir una lesión del ligamento cruzado, existen programas y ejercicios apropiados:
- Ejercicios para la técnica de giros y cambios bruscos, disminuyendo así las posibilidades de que un movimiento desafortunado de lugar a una lesión.
- Ejercicios para la técnica y posición de las rodillas para saltar y caer adecuadamente.
- Fortalecimiento del cuerpo, desde las caderas hasta la parte inferior del abdomen. Con esto, se entrena a los atletas para evitar movimientos de la rodilla hacia dentro a la hora de realizar ejercicios como sentadillas.
- Fortalecimiento de los músculos de las piernas para garantizar el equilibrio y evitar malas caídas.