Tratamiento de fisioterapia y medicamentoso
Hay pacientes, sin embargo, que no mejoran completamente del dolor, persistiendo un dolor crónico, quizás más tolerable pero constante, que les impide realizar muchas actividades cotidianas como elevar los brazos, meter el ticket del parking al sacar el brazo por la ventanilla, coger un objeto en el asiento de atrás del coche, dormir con el brazo por debajo de la almohada, o, en el caso de las mujeres, abrocharse el sujetador. Muchos pacientes tienen también limitaciones deportivas, especialmente en deportes como la natación, los deportes de raqueta, o los que implican cargar peso por encima de los hombros. Estos síntomas suelen ser más intensos en las calcificaciones de mayor tamaño, aunque no necesariamente.
Cuando es así, existen multitud de tratamientos, tanto de fisioterapia (en general con el objetivo de disminuir la inflamación y evitar que se desarrolle una rigidez de hombro secundaria al dolor) como medicamentosos. Debido a la naturaleza bastante aleatoria del propio proceso de la calcificación, es difícil demostrar la superioridad de un tratamiento con respecto a otros. Se emplean ultrasonidos, magnetoterapia, onda corta, manipulaciones y terapia manual, masaje. En general no se recomienda tratar pacientes con dolor demasiado intenso, sino una vez pasada esa fase aguda.
Las ondas de choque se emplean con el objetivo de intentar ayudar a la reabsorción del calcio, pero, así como en las piedras situadas en el riñón la tasa de éxito es elevada, en las calcificaciones del hombro no existe un medio líquido tan eficaz para eliminar el calcio una vez bombardeado, y los resultados son más variables -en el mejor de los casos entre un 30 y 40% de éxito en la desaparición de las calcificaciones, aunque generalmente es un tratamiento doloroso.
Tratamiento médico en consulta: punción de la calcificación
Otra técnica es la punción de la calcificación con una aguja gruesa, llamada trocar, habitualmente ayudándonos de técnicas de imagen como radiografías o ecografía para localizar con precisión la calcificación e intentar aspirarla, habitualmente inyectando suero o anestésico local.
Es una técnica más precisa ya que podemos puncionar directamente la calcificación sin necesidad de cirugía, pero en algunos casos la dureza del depósito de calcio, similar a la tiza, hace imposible su evacuación mediante punción, y es difícil determinar previamente en qué pacientes va a funcionar y en cuáles no, ya que las radiografías o resonancias no nos indican con fiabilidad la dureza del depósito de calcio. En cualquier caso es una técnica a considerar, ya que no cierra ninguna puerta. La punción solo se puede hacer cuando el tendón está íntegro, y además no resulta dolorosa ya que se aplica anestesia local.
Tratamiento quirúrgico de la tendinitis calcificante
La cirugía no es necesaria en la mayor parte de las tendinitis calcificantes, pero en algunos casos, especialmente aquellos refractarios a los tratamientos no invasivos, y cuando el dolor se prolonga más de seis meses (lo que consideramos ya estadios crónicos), es una opción razonable. Habitualmente se realiza una operación artroscópica, esto es que no es necesaria la cirugía abierta, sino que se introduce una cámara de visión (artroscopio) a través de una mínima incisión de 5 mm en la parte posterior del hombro y otra o más incisiones de trabajo de tamaño similar en la cara lateral y anterior del hombro.
La operación de la tendinitis calcificante suele realizarse con anestesia locorregional (habitualmente un plexo interescalénico, que permite dejar dormido el hombro y el brazo durante varias horas para minimizar el dolor postoperatorio) y además sedación, de manera que los pacientes no están despiertos durante la operación. Mediante la artroscopia podemos inspeccionar tanto la articulación del hombro propiamente dicha (llamada glenohumeral), que suele estar sana (pero donde a veces tenemos signos indirectos de donde se localiza la calcificación, y además nos permite evaluar el estado de salud de la articulación – cartílago, tendón del bíceps, parte articular de los tendones del manguito rotador), como el espacio subacromial, que es donde se encuentra el calcio.
La mayor parte de los pacientes tienen una bursitis, esto es que la bolsa por encima de los tendones está muy irritada, congestiva y hemorrágica, y es necesario hacer una limpieza de ese tejido (bursectomía). A continuación localizamos la calcificación del hombro por inspección directa, habitualmente es fácil encontrarla, especialmente si las pruebas de imagen previas (especialmente la resonancia) nos habían indicado su localización. Para limpiar el depósito de calcio, utilizamos cucharillas y terminales de aspiración llamados sinoviotomos.
Mediante cirugía artroscópica habitualmente podemos vaciar todo el calcio, es raro que queden restos significativos aunque hay partes del calcio que se infiltra en los tendones y tampoco debemos hacer una resección agresiva ya que dañaríamos los tendones.
La mayor parte de las veces, una vez vaciado el depósito de calcio, queda un pequeño defecto en el tendón que no es necesario reparar, aunque si el depósito era muy grande y el defecto resultante es de espesor completo, podría ser necesario suturar el tendón.
En la mayor parte de los pacientes, especialmente por debajo de los 45 años, no es necesario realizar una acromioplastia (“limar” el acromion, el hueso que se sitúa por encima de los tendones), aunque si fuese necesario en función de los hallazgos durante la cirugía, se haría en ese mismo momento.
Las ventajas de la artroscopia con respecto a la cirugía abierta son:
- Menor tasa de complicaciones de todo tipo (dolor, infecciones, rigidez).
- Mejor valoración de todas las estructuras de la articulación y en caso de que sea necesario, tratamiento sobre las que estén afectadas (roturas tendinosas, pinzamiento subacromial).
- Menor afectación del músculo detoides.
Postoperatorio de la cirugía de tendinitis calcificante:
Los pacientes que precisan cirugía para limpieza de las calcificaciones en el hombro (que son una minoría) son aquellos que no han respondido a otras medidas de tratamiento más conservador. En estos pacientes más refractarios, que habitualmente llevan más de seis meses con dolor (y en muchos casos, varios años, con multitud de tratamientos, infiltraciones, y fisioterapia sin resultado), la cirugía suele ser eficaz, aunque debemos advertir al paciente que la limpieza del calcio (que casi siempre se consigue de forma eficaz) no implica que el dolor va a desaparecer de forma inmediata.
La mayor parte de los pacientes tardan más de cuatro meses en tener una buena función del brazo tras la cirugía. Esto es así porque las tendinitis calcificantes deben ser consideradas una enfermedad de la bursa y tendones del hombro, y no un problema mecánico debido únicamente al depósito de calcio. De hecho, a veces con la propia cirugía puede despertarse una reacción inflamatoria transitoria en los primeros días que precisa tratamiento analgésico. No obstante, en los pacientes con calcificaciones crónicas y dolor de hombro intenso de más de seis meses de evolución, la cirugía artroscópica es más eficaz que otros tratamientos.
Tras la cirugía, en general, intentamos un retorno rápido aunque no agresivo al uso normal del brazo para las actividades de la vida diaria, permitiendo movilidad precoz, retirando el cabestrillo en las primeras dos semanas, y enseñando al paciente ejercicios de rango de movimiento inmediato para evitar que se desarrolle una rigidez secundaria.
La mayor parte de los pacientes recuperan la movilidad al menos pasiva en las primeras seis semanas, y pueden hacer tareas ligeras como lavarse, comer, vestirse, leer un libro y escribir en el ordenador o usar una tablet en ese plazo. La mayor parte de los pacientes pueden conducir a las seis u ocho semanas de la intervención.
En los dos primeros meses no se recomienda realizar ejercicios que impliquen esfuerzos o cargas, a partir del segundo mes iniciamos ejercicios de recuperación muscular muy progresivos, empezando con gomas elásticas (Theraband) incrementando muy gradualmente la resistencia de las gomas, habitualmente en series de 25 ejercicios por cada grupo muscular, tres veces al día.
El retorno al deporte es muy variable, depende de la duración del proceso patológico (en pacientes que llevan años con dolor no podemos garantizar un retorno rápido a la actividad deportiva pero en general los deportes que no sobrecarguen en exceso los tendones del hombro pueden reiniciarse a partir del cuarto mes y los más exigentes a los 6 meses).